Julio Enrique Cepero comienza esta travesía poética haciéndonos llegar unos versos de Arthur Rimbaud, a quien dedica el primer poema de su obra, cuando expresa que: «Iré por los senderos, pero el amor sin límites me crecerá en el alma». Y como parte de su prólogo, también, nos abre los senderos de sus versos en alas que no se cansan de volar; arropados por el amor, el desamor, por la alegría de vivir, en las nostalgias de quien, sin huir erráticamente, emprende vuelos en diferentes trayectorias con mucha carga de sentires en sus alas poéticas. Y sin límites, la travesía de sus versos irá creciendo en el alma de todos.
Travesías a largos vuelos nos brinda ese poder de volar, conjuntamente con el autor, en sus diversos tránsitos a través de sus emociones, de sus anhelos, de todo el costo que conlleva el vivir; plasmados de una ruta a otra con unos vuelos que nos harán partícipes de unas travesías que evocará el sentido, una vez más, de nuestro tránsito por la vida.
La obra está impregnada de esos versos, con sus «travesías» cortas y profundas que nos ayudará a no olvidar, finalmente, el existir de la poesía. Además, una obra dedicada a sus poetas preferidos, que de seguro les ha de llegar sin premuras a las dimensiones de la inmortalidad que ya ellos gozan.