Lunes o martes es un recordatorio de que un cuento no solo «cuenta una historia», sino que es un extracto de la realidad. Y que esa realidad oscila entre un mundo interior y el mundo exterior, y, por lo tanto, no está hecha solo de palabras, de tramas, y de personajes principales y secundarios; sino también de una serie de momentos tan reales como oníricos, e incluso temporalmente más extensos de lo que un lunes o martes cualquiera pueden ofrecernos.