Migraña en racimos

Un profesional de la medicina que no estudia y está al tanto más de su inerme sapiencia y preclara autoridad (y a veces de que su chequera siga alimentándose) que de sus latosos pacientes, no merece ejercer.

Sigue y seguirá siendo el trabajador eficaz (o ineficaz) que es a pesar de su padecimiento.

Sin embargo, en tanto que el dolor en el mundo de libre mercado es también una mercancía, se presta a que estas clínicas proliferen sin ninguna base ética y sí con una firme estrategia financiera y mercadotécnica.

A lo largo de estos veintiséis años he coleccionado todo tipo de remedios caseros, ofrecidos por anónimos curadores, por migrañosos o por sus familiares.

otras soluciones funcionan muy bien para uno o unos cuantos individuos, mientras que para el resto no surten ningún efecto, si no es que muchas veces colaboran a empeorar el cuadro o a afianzar la desesperanza, el escepticismo y la desesperación.

he estado dividido entre aquel que busca y acepta cualquier remedio, por más pernicioso que sea, siempre y cuando acabe con la bestia –entre más pronto mejor–, y aquel otro que se inclina por “cortejar a la naturaleza” y atender a la intuición.

La operación duró unos cuantos instantes, al cabo de los cuales, mágicamente, la cefalea cedió. Esa fue la última migraña que he tenido hasta el día de hoy.

(Ramón, un participante del foro cluster, con migraña en racimos desde hace más de treinta años, afirma que encontró la solución al “colocar el primer hueso de las vértebras cervicales en su sitio –casi todos los humanos nacemos con este hueso desencajado– que se llama atlas”.)

Si algún día llego a estar totalmente curado del mal hortoniano, dudo mucho que me cure del temor a que las migrañas regresen.

una sensación de migraña que no llegó a convertirse en dolor.