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Livros
Elena G. De White

Los Embajadores

Después de la muerte de Cristo, los discípulos estaban desanimados. Abrumados por la depresión y la desesperación, se reunieron en el aposento alto y cerraron las puertas por temor a la amenaza real de ser partícipes del destino de su amado Maestro. Para ellos, la resurrección de Jesús lo cambió todo. Durante cuarenta días, Cristo permaneció en la Tierra preparando a los discípulos para que llevaran a cabo la obra que les fue confiada. Sus palabras de despedida determinaron el rumbo de sus vidas: «Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo» (Mat. 28:19, 20). Los Embajadores describe el inicio de la iglesia cristiana y presenta la historia de hombres y mujeres que se entregaron por una causa. Es un relato emocionante de cómo Dios puede usar a las personas más inesperadas para el cumplimiento de la misión. Las experiencias registradas aquí muestran el poder del Espíritu Santo obrando por medio de quienes le permiten actuar en su vida y llevar la luz del mensaje del evangelio cerca y lejos.
352 páginas impressas
Detentor dos direitos autorais
Bookwire
Publicação original
2019
Ano da publicação
2019
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Citações

  • sarayloredofez uma citaçãohá 5 anos
    a iglesia es el medio escogido por Dios para la salvación de los hombres. Su misión es llevar el evangelio al mundo. Por medio de la iglesia se hará manifiesta, aun a las “fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efe. 6:12) el despliegue final y completo del amor de Dios.
  • Carmen Ledezmafez uma citaçãohá 12 horas
    Luego nombró a doce de ellos y los llamó sus apóstoles. Ellos lo acompañarían, y él los enviaría a predicar” (Mar. 3:14, NTV).
  • Carmen Ledezmafez uma citaçãohá 12 horas
    Durante tres años y medio los discípulos recibieron la instrucción del Maestro más grande que el mundo haya conocido. Día a día él les enseñaba, a veces en la ladera de la montaña, a veces al lado del mar o mientras iban por el camino. No ordenaba a los discípulos que hiciesen esto o aquello, sino que decía: “Sígueme”. En sus viajes por el campo y las ciudades, los llevaba con él. Compartían su frugal alimento y, como él, a veces pasaban hambre y cansancio. Lo vieron en cada fase de su vida.
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