He resistido el impulso de recurrir a El deseo del mundo, el hermoso y conmovedor romance escrito en 1890 por Rider Haggard y Andrew Lang como secuela a la Odisea, que mejora los insatisfactorios resúmenes que hicieron Proclo y Apolodoro de las últimas aventuras y la muerte de Odiseo, que es todo lo que ha llegado hasta nosotros.