Fiebre de amor (Dominique)

¡Qué locura! Quiero creer que tiene corazón; pero, ¿qué uso hace de él?

no era más que pretexto para gozar otros placeres: el de vivir al aire libre y sobre todo el de satisfacer la necesidad de estar solo.

Le pertenece por derecho. No me permito, pues, ofrecérsela: se la devuelvo.

He hecho lo imposible por no ser un melancólico, porque nada hay más ridículo que eso

El absoluto desprendimiento de ciertas cosas, ¿no permitiría alguna mirada sobre las lejanías de lo que no se confiesa?

Así, pues, no hago más que tomarle por su palabra, al tratarle casi como a un desconocido.

Era el otoño la primera vez que le encontré. La casualidad me le hizo conocer

si es verdad que el objeto de toda existencia humana se cifra más bien en la transmisión que en la evolución personal

¿Era sincero? Muchas veces me lo he preguntado,

¡Hay tantas maneras de decir la verdad sin expresarla por entero!