El País Bajo Mi Piel

Nadie conoce el diseño final de la tela que tejerá, pero en cierto momento del bordado uno puede mirar hacia atrás

No sabía quién era realmente yo sin la referencia de alguien que me nombrara y me hiciera existir con su amor. No iba a renegar de los hombres, pero ya no quería depender afectivamente de ellos o dotarles de un poder de vida o muerte sobre mí. Me obligué a mirar mi interior para descubrir sus vulnerabilidades: mi necesidad de amor como reflejo de una carencia esencial que asociaba en demasía mi poder femenino con la sexualidad, la seducción y pasaba por alto y hasta menospreciaba mis otros dones.

tengo que repetirme que cada quién es responsable de encontrar lo que le dará felicidad y que es soberbia pensar que mi receta es la mejor de todas.

Pensé en T.S. Eliot:

Nunca cesaremos de explorar
Y el final de todas nuestras exploraciones
Será llegar al sitio desde donde partimos
Y conocerlo por primera vez.

n los últimos años de su vida, la relación entre mi madre y yo fue una lucha sorda para ambas. De ser cómplices pasamos a medir nuestras fuerzas como contendientes en perenne conflicto. En mi deseo de no conformarme, aun cuando significara caminar sobre el fuego, me salí demasiado de sus normas. Ella jamás entendió los riesgos que me tomé. Intuiría quizás que yo luchaba por cercenar definitivamente el cordón umbilical y que el resultado final sería que perdería todo el poder que tenía sobre mí. No entendió que al perderme, me recuperaría. No entendió que en la vulnerabilidad que ella se negó a sí misma, yo encontraría mi fuerza.

Vivo en dos mundos y en cada uno mi vida es diferente pero cruzada por los elementos constantes de mi historia.

El futuro es una construcción que se realiza en el presente, y por eso concibo la responsabilidad con el presente como la única responsabilidad seria con el futuro.

las sonrisas tenían otra vez el mismo sabor a sandía roja, dulce, con el jugo derramándose por la barbilla.

Aterricé sobre su pecho. Después de ese viaje me entregué a él, a sus cuidados, a su manera de hacerse cargo de todo. Me enrollé como una gata. ¿Por qué no iba a aceptar que me quisiera, que me diera de comer, que me pusiera mi platito de agua, mi platito de comida a los pies de la cama, mientras yo dormía, ronroneaba y lamía mi piel y sus dolores? Marcos me siguió doliendo mucho tiempo

se escribe la historia sobre lo que pudo haber sido, sino sobre lo que fue.