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Dean Burnett

El cerebro idiota

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  • cheche502fez uma citaçãohá 5 anos
    Cómo es que las personas inteligentes
    pueden despistarse de la manera más estúpida)
    El estereotipo del hombre de ciencias es el de un sabio despistado de cabellos blancos y bata de igual color (casi siempre nos lo imaginamos hombre) de edad mediana-avanzada, que habla atropelladamente y, casi siempre, de temas de su campo de estudio sin enterarse para nada del mundo inmediato que le rodea en ese momento, y que tan fácilmente puede describirnos el genoma de la mosca de la fruta como mancharse inadvertidamente de mantequilla la corbata. Las normas sociales y las tareas cotidianas le son tan ajenas como desconcertantes; sabe todo lo que se puede saber de su especialidad, pero poco o nada más allá de eso.
    Ser inteligente no es como ser fuerte: una persona fuerte lo es en todos los contextos. Sin embargo, alguien que es brillante en un contexto puede parecer un bobo de capirote en otro.
    Esto se debe a que la inteligencia, a diferencia de la fuerza física, es producto de algo tan poco dado a la sencillez y la simplicidad como es el cerebro. ¿Cuáles son, entonces, los procesos cerebrales en los que se fundamenta la inteligencia y por qué es tan variable esta? De entrada, en psicología continúa debatiéndose si los seres humanos «gastamos» uno o más tipos de inteligencia. Los datos más recientes nos indican que probablemente
  • cheche502fez uma citaçãohá 5 anos
    Así pues, ahora ya saben lo que sabemos (o lo que creemos que sabemos). Uno de los signos generalmente aceptados de la inteligencia es ser conscientes de lo que no sabemos y aceptar que no lo sabemos. Bien por todos nosotros, entonces
  • cheche502fez uma citaçãohá 5 anos
    podríamos entenderlo». Y cuando examinamos los aspectos científicos del cerebro y de cómo este se relaciona con la inteligencia, nos damos cuenta de cuánta verdad hay en ese aforismo. Nuestros cerebros hacen que seamos suficientemente inteligentes como para reconocer que lo somos, suficientemente observadores como para darnos cuenta de que eso no es típico ni habitual en el mundo que nos rodea, y suficientemente curiosos como para que nos preguntemos por qué eso es así. Pero no parece que seamos todavía suficientemente inteligentes como para comprender del todo de dónde procede nuestra inteligencia ni cómo funciona. Así que tenemos que recurrir a los estudios sobre el cerebro y a la psicología para obtener ideas sobre cómo se produce todo ese proceso. ¿La ciencia misma existe gracias a nuestra inteligencia y ahora usamos la ciencia para averiguar cómo funciona nuestra inteligencia? Sí, he ahí un razonamiento muy eficiente o muy circular: no soy lo suficientemente lúcido o perspicaz como para saber cuál de los dos adjetivos es el adecuado.
    Confusa, desordenada, a menudo contradictoria y difícil de entender: he ahí una descripción bastante precisa de cómo es nuestra inteligencia. Es difícil de medir e incluso de definir con cierta fiabilidad, pero, en este capítulo, abordaré la cuestión de cómo usamos la inteligencia y de cuáles son esas extrañas propiedades
  • cheche502fez uma citaçãohá 6 anos
    analizar, y para mantenerse consciente de que aquella es una situación ficticia que el espectador puede interrumpir cuando quiera, con lo que los sustos no tienen el mismo impacto en él. Los diseñadores de videojuegos han aprendido esa lección y, ahora, los juegos de terror de supervivencia constituyen un género en el que el personaje principal tiene que evitar un peligro sobrecogedor en un entorno tenso e incierto, en lugar de volarlo en millones de revoloteantes añicos con un descomunal cañón láser[97].
    Sucede posiblemente lo mismo con los deportes extremos y otras actividades de aventura. El cerebro humano es perfectamente capaz de distinguir el riesgo real del artificial, por lo que es habitual que tenga que existir una posibilidad muy auténtica de sufrir consecuencias negativas para que se pueda experimentar una emoción de verdad. Quizá sería posible reproducir la sensación física de un salto de puenting en unas instalaciones complejas con unas pantallas, unos arneses y unos ventiladores gigantes, pero difícilmente podría resultar suficientemente auténtico un escenario así como para convencer a nuestro cerebro de que estamos cayendo desde una gran altura, con lo que el peligro de que terminemos estrellados contra el suelo desaparece y, por tanto, la experiencia ya no es la misma. La percepción de desplazarnos hacia arriba y hacia abajo a gran velocidad a través del espacio es difícil de reproducir sin que hagamos realmente algo así (por eso existen las montañas rusas).
    Cuanto menos control tengamos sobre la sensación
  • cheche502fez uma citaçãohá 6 anos
    no hay ninguna: apofenia[73]. Por ejemplo, si usted lleva puestos sin querer los calzoncillos del revés y ese mismo día gana dinero con un boleto de lotería de los que se rascan, y a partir de entonces, no compra boletos de ese tipo en los estancos sin haberse puesto la ropa interior del revés antes de salir de casa por la mañana, usted está dejándose llevar por la apofenia. No hay posibilidad en el mundo de que la cara de los calzoncillos que esté en contacto directo con su piel en ese momento afecte al valor de un boleto de lotería, pero usted percibió ese patrón en un momento dado y ha decidido guiarse por él. Es algo parecido a lo que sucede cuando dos personalidades famosas fallecen de causas naturales o en accidentes con menos de un mes de diferencia: eso, por sí solo, puede ser simplemente una desafortunada tragedia, pero si, al fijarnos más detenidamente en la vida de esos dos individuos, descubrimos que ambos eran críticos con un determinado organismo político o con un gobierno y nos convencemos entonces de que han tenido que ser asesinados por ello, experimentaremos apofenia. Es muy probable que, en sus niveles más básicos, toda conspiración o superstición tenga como origen el hecho de que alguien construya una conexión de significado entre sucesos no relacionados entre sí.
    No solo las personalidades paranoicas o suspicaces son proclives a ese fenómeno: cualquiera puede experimentarlo. Y es bastante fácil deducir cuál fue seguramente su origen.
    El cerebro recibe un torrente constante de información variada a la que tiene que dar un sentido. El mundo que percibimos es el resultado de todo ese procesamiento de datos llevado
  • cheche502fez uma citaçãohá 6 anos
    tras cinco minutos regando de un lado a otro por un jardín. Podría ser una pequeña (pero crucial) mutación en un gen relevante la causante de que las proteínas pasen a desplegarse conforme a patrones impredecibles; podría tratarse de algún otro proceso celular (actualmente desconocido) que vaya haciéndose más habitual a medida que envejecemos. El caso es que ese enmarañamiento microfibrilar perturba gravemente el funcionamiento de la neurona, asfixia el tránsito de sus procesos esenciales y finalmente ocasiona su muerte. Y no es un fenómeno localizado, sino que se extiende por todo el cerebro y afecta a casi todas las áreas implicadas en la memoria.
    Ahora bien, los daños en la memoria no tienen por qué ser causados por problemas originados a nivel celular. Los ictus, que son interrupciones del riego sanguíneo del cerebro, son también particularmente dañinos para la memoria; el hipocampo, área encargada de codificar y procesar todos nuestros recuerdos en todo momento, es una región neurológica muy intensiva en el consumo de recursos y requiere de un suministro ininterrumpido de nutrientes y metabolitos. De combustible, para que nos entendamos. Un ictus puede cortar ese suministro, aunque sea de forma breve, y actuar así como quien desconecta la batería de un ordenador portátil. La brevedad es un factor irrelevante en ese caso: el daño ya estará hecho. El sistema de la memoria ya no volverá a funcionar igual de bien a partir de entonces. Aunque siempre queda alguna esperanza, pues el ictus tiene que ser especialmente fuerte o preciso para ocasionar problemas de memoria graves (a fin de cuentas, la sangre tiene muchas vías por las que llegar finalmente a los diversos rincones del
  • cheche502fez uma citaçãohá 6 anos
    La hibernación no es lo mismo que el sueño: el metabolismo y la temperatura corporal bajan mucho más cuando se está hibernando; la hibernación dura más tiempo; es algo más próximo a un coma, a decir verdad.
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