Noto ahora en mí un leve, un espantoso despertar de todo lo que de forma tan abrumadora se despertó en mí entonces, un gran calor sediento y un temblor y una ternura tan dolorosa que creí que me iba a estallar el corazón. Pero de ese dolor asombroso e intolerable surgió una felicidad; esa noche nos brindamos mutuamente felicidad.