Desde su silla, el Señor rumiaba la paradoja del venado miedoso, que para ser cazado requiere de precauciones mayores que si fuese valeroso aunque ingenuo. Inocente ímpetu; cautelosa cobardía. Buena defensa es el miedo, se dijo mientras avanzaba bajo el sol, guarecido por la caperuza que ocultaba su rostro.