Mi papá quiere casarse con tu mamá

Un diez por ciento habrían bastado para explicarme que un hombre de su edad anhela una compañera estable y que no va a dejar que mis injustos prejuicios le arruinen la vida.

“Uno piensa que conoce a una persona y, de repente, descubre que estaba completamente equivocado. ¡Pero las equivocaciones no tienen por qué ser decepcionantes!

—¿Y cómo es que Anna no lo sabe? —pregunté.

Mi papá se encogió de hombros.

—No es tan fácil contarle algo así a un niño.

—¿Y matar a un perro sí lo es?

Me senté junto a él en la mesa.

—¡Hombre! Es que si el perro muerde a los niños. —exclamó.

—Si los niños lo atormentan constantemente y. —me tragué el final de la frase. La furia por poco me había hecho irme de la lengua y decir algo que en teoría no debía saber.

Por suerte, en ese momento sonó el teléfono en la sala

¡Dormir! ¡Qué expresión tan hipócrita! El perro no estaba durmiendo. Lo habían matado, liquidado, asesinado, ejecutado, sacrificado, envenenado. Hay al menos veinte palabras para explicar lo que le habían hecho a ese perro; no tenían por qué adornarlo ni fingir que no había sucedido.

Lo único que nos unía era que ninguno quería que lo obligasen a formar una familia a parches.

—¡Si fueras tan alto como estúpido, podrías tocar la luna

—¿Algo más? —pregunté.

—Solo que no va a rendirse, que quiere luchar —dijo Laura—. Creo que está bastante enfadada con tu papá porque piensa que te consiente todo.

—Qué idiota.

—No sé... —Laura sonrió—. La verdad es que siempre has hecho lo que has querido.

Me sentí verdaderamente ofendido.

—¿Estás loca o qué? ¡Si eso fuera verdad, ahora no tendría que aguantar a esas dos vacas!

—¿Qué harías tú? No tenemos poder contra los adultos.

—A lo mejor tu papá vuelve a desenamorarse —dijo Robi—. El papá de Conny no para de enamorarse y desenamorarse. Conny ya ha pasado cinco veces por la pesadilla de pensar que iba a tener una madrastra estúpida.

—¡No eres estúpido! Mi papá sí que lo es, sobre todo desde que tiene esa novia; por eso suspiro.

—Creo que el mío también. —Robi jugueteó con la pluma—. Pero el tuyo puede: está separado