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Carlos Ruiz Zafón

  • Zitlaly Olguinfez uma citaçãohá 3 meses
    Quise responder pero no encontré palabras. Me di cuenta de que se me hacía un nudo en la garganta y los ojos se me llenaban de lágrimas. No había comprendido hasta entonces lo mucho que ansiaba seguir respirando, seguir abriendo los ojos cada mañana y poder salir a la calle para pisar las piedras y ver el cielo y, sobre todo, seguir recordando.
  • Zitlaly Olguinfez uma citaçãohá 3 meses
    Según usted, entonces, todas las creencias o ideales no serían más que una ficción.
  • Zitlaly Olguinfez uma citaçãohá 3 meses
    señor Sempere creía que Dios vivía un poco, o mucho, en los libros y por eso dedicó su vida a compartirlos, a protegerlos y a asegurarse de que sus páginas, como nuestros recuerdos y nuestros anhelos, no se perdieran jamás, porque creía, y me hizo creer a mí también, que mientras quedase una sola persona en el mundo capaz de leerlos y vivirlos, habría un pedazo de Dios o de vida.
  • Zitlaly Olguinfez uma citaçãohá 3 meses
    Descanse en paz, amigo Sempere, y que Dios nos dé a todos la oportunidad de honrar su recuerdo y agradecer el privilegio de haberle conocido.
  • Zitlaly Olguinfez uma citaçãohá 3 meses
    La otra noche soñé que tenía un hijo —dijo—. Soñé que él me llamaba pero yo no podía oírle ni llegar hasta él porque estaba atrapada en un lugar donde hacía mucho frío y no podía moverme. Él me llamaba y yo no podía acudir a su lado.
  • Zitlaly Olguinfez uma citaçãohá 2 meses
    Para el Señor Sempere, el mejor amigo que podría desear un libro, por abrirme las puertas del mundo y enseñarme a cruzarlas»
  • Victor Avilés Velazquezfez uma citaçãohá 9 meses
    Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él.
  • Victor Avilés Velazquezfez uma citaçãohá 9 meses
    Tiene usted más oficio que buen gusto, Martín. La patología que le aflige tiene un nombre y ese nombre es grand guignol, que viene ser al drama lo que la sífilis es a las vergüenzas. Su obtención tal vez es placentera, pero de ahí en adelante todo es cuesta abajo. Tendría que leer a los clásicos, o al menos a don Benito Pérez Galdós, para elevar sus aspiraciones literarias.

    —Pero a los lectores les gustan los relatos —argumentaba yo.

    —El mérito no es de usted. Es de la competencia, que de tan mala y pedante es capaz de sumir a un burro en estado catatónico en menos de un párrafo. A ver si madura de una puñetera vez y se cae ya del árbol de la fruta prohibida.
  • Victor Avilés Velazquezfez uma citaçãohá 9 meses
    Cuál fue mi sorpresa al descubrir que mi padre, librero de casta y buen conocedor de los catálogos editoriales, jamás había oído hablar de La Sombra del Viento de Julián Carax. Intrigado, mi padre inspeccionó la página con los datos de la edición.
    —Según esto, este ejemplar forma parte de una edición de dos mil quinientos ejemplares impresa en Barcelona, por Cabestany Editores, en diciembre de 1935.
    —¿Conoces esa editorial?
    —Cerró hace años. Pero la edición original no es ésta, sino otra de noviembre del mismo año, pero impresa en París… La editorial es Galliano & Neuval. No me suena.
    —Entonces, ¿el libro es una traducción? —pregunté, desconcertado.
    —No menciona que lo sea. Por lo que aquí se ve, el texto es original.
    —¿Un libro en castellano, editado primero en Francia?
    —No será la primera vez, con los tiempos que corren —adujo mi padre—. A lo mejor Barceló nos puede ayudar…
  • Victor Avilés Velazquezfez uma citaçãohá 9 meses
    Antes de darme cuenta, me había caído dentro sin remedio. La novela relataba la historia de un hombre en busca de su verdadero padre, al que nunca había llegado a conocer y cuya existencia sólo descubría merced a las últimas palabras que pronunciaba su madre en su lecho de muerte. La historia de aquella búsqueda se transformaba en una odisea fantasmagórica en la que el protagonista luchaba por recuperar una infancia y una juventud perdidas, y en la que, lentamente, descubríamos la sombra de un amor maldito cuya memoria le habría de perseguir hasta el fin de sus días.
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