Si en estas horas de recogimiento y elevación nos decimos a nosotros mismos que es esta la vida que se agita en nosotros festiva y temblorosa y que nos deslumbra con grandes y brillantes lágrimas que vienen de lo más profundo de nosotros mismos, entonces la confusión que nos rodea, lo cotidiano y lo turbio ya no podrán aturdirnos