primer límite del género es la ilegalidad popular. Por una parte la llamada “delincuencia campesina” (el gaucho “vago”, no propietario y sin trabajo ni domicilio fijos, la conocida ecuación desposeídos = delincuentes), y, por la otra, correlativamente, la existencia de un doble sistema de justicia que diferencia ciudad y campo: la ley de vagos y su corolario, la de levas, rige sobre todo en la campaña.