—Bueno, entonces, ¿acaso piensas aficionarlo a la lectura?
—Pues lo pensé, pero creo que no serviría para nada.
—¿No?
—No, porque, si lo animase imprudentemente a interesarse por la literatura o el cine, correría el riesgo de convertirse en una persona que piensa demasiado. ¿Qué haría entonces, dime? En estos tiempos que vivimos, si empezamos a replantearnos el sentido de la vida, no nos quedará más escapatoria que el suicidio, ¿no te parece?