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Robert Aickman

  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    la chica misma se veía más enferma que seductora.
  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    daba la impresión de que ya no había ciudades, sólo pequeños neandertales de dientes largos agazapados detrás de las piedras, esperándolas para hacerlas pedazos
  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    Ninguno de los dos podía estar genuinamente interesado en el tema del otro. Todo era muy irreal, pero cómodo y placentero
  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    Roper ya no le parecía tan cultivado ni encantador como hacia el final de la cena; ahora tenía destellos recurrentes de querer llamar la atención e incluso de ser un poco bobo. Lo exasperante era que ya no podía olvidar que le había parecido atractivo. En su cerebro flotaba, como el punto de luz en una columna de mercurio, ese impulso sobre el cual tenía poca experiencia y una opinión adversa. En otros asuntos, su mente estaba perfectamente clara, por lo que se sentía como dos personas, una que piensa y otra que quiere actuar. Quizás incluso había una tercera, la que siente, y en realidad se sentía muy cansada.
  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    —¿Cuál es tu método favorito de suicidio?
  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    Margaret vio todo más claro que en un libro: Mimí era muy atractiva; ella, en cambio, no. Y nada más en la vida, en el mundo entero, contaba de verdad. Nada de nada.
  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    simplemente vivía sus emociones una tras otra sacándoles todo el jugo posible y, sin duda, dando todo de sí también.
  • Fernandofez uma citaçãohá 2 anos
    No lograba quedarse dormida. Su mente había armado una danza diabólica
  • Dianela Villicaña Denafez uma citaçãohá 8 meses
    Acompañó a Midge hasta el coche y logró arrancarlo con la palanca. Midge le dio las gracias con voz inexpresiva. Se vio incapaz de mirarla a los ojos. Aquello, por entonces, era adulterio. Era pecado. Saldría en la segunda página de un periódico dominical: «Marido intima con joven granjera en un cobertizo. Su mujer fue testigo». Las manos le temblaban cuando volvió a la casa, y tuvo que servirse una copa. Nunca llegaron a hablar de aquello.
  • Dianela Villicaña Denafez uma citaçãohá 8 meses
    Había tomado el valor numérico de las letras C, A, T en el alfabeto —3, 1 y 20 respectivamente— y al sumarlas había obtenido el total de 24. Procedió entonces a anotar las muchas formas en las que dicho número había aparecido en el transcurso de su vida. Nació un día 24, en una casa cuyo número era el 24, y su madre tenía entonces 24 años. Cuando él cumplió los 24 su padre murió y lo dejó a cargo de una fortuna considerable. De eso hacía 24 años. La última vez que hizo balance de sus propiedades, descubrió que el valor de sus inversiones —sin contar los bienes inmuebles— era de aproximadamente 24 000 libras. En tres periodos diferentes, en tres pueblos diferentes, había terminado viviendo en casas cuyo número era el 24, y ese era también el número de su residencia actual. Además, su código de entrada a la sala de lectura del British Museum terminaba en 24, y tanto su médico como su abogado tenían despachos con aquel persistente número. Anotó varias coincidencias más, pero eran tan forzadas que no merece la pena recogerlas aquí. No obstante, los apuntes concluían con la siniestra pregunta: «¿Acabará todo el día 24?».
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