Los suburbios parecían tener problemas más serios que la carencia de direcciones postales, como la falta de alcantarillado, de acceso al agua corriente, de sanidad o incluso de tejados para protegerse del monzón. Pero la falta de direcciones privaba a quienes vivían en los suburbios de oportunidades para salir de ellos. Sin una dirección es casi imposible conseguir una cuenta bancaria. Y, sin esta, no puedes ahorrar dinero, ni pedirlo prestado, ni recibir una pensión del Estado