Después no hubo color y volví a sentirme a salvo de esos recuerdos que a veces intentaban entrar, de la vida que ya no tenía, de las cosas que había deseado y que ya habían dejado de importarme. Porque no era justo que todo siguiese igual, adelante, como si nada hubiese cambiado, cuando todo lo había hecho. Me sentía tan lejos de mi anterior vida, de mí misma, que a veces tenía la sensación de que también había muerto ese día.