Lo queremos fácil. Leer, estudiar y meditar en la Escritura se hacen a un lado porque estas actividades requieren el trabajo de concentrarse y pensar. Ahora, es verdad que hacer estas cosas sólo por hacerlas es algo sólo mecánico. Pero cuando se hacen con un espíritu de contemplación silenciosa ante el Dios viviente, estas disciplinas nos llevan a un compañerismo íntimo con el que nos ama y nos cuida.