Linda Böstrom Knausgard

Uno cree que quiere que se cumpla lo que desea. Pero no es verdad. Uno nunca quiere ver cumplidos sus deseos. Es algo que altera el orden

Querido Dios. Haz que muera mi padre. Quiero que muera y Tú tienes que ayudarme. Vamos a hacerlo ahora. Juntos. Tú y yo. Vamos a matarlo. Es mi mayor deseo. Amén.

Querido Dios que estás en el cielo. Protege a mi madre y haz que sea feliz. Protégela y haz que yo muera.

de pronto surgió como una idea de la nada, esto: que yo tenía que morir.

o había sido una niña alegre, decía mi madre. Siempre estabas contenta. Ya no. Si por lo menos pudieras decirme por qué… No puedo decir nada. Solo sé que no estoy ni contenta ni triste. ¿Acaso creía que le llegarían mis pensamientos? Ella necesitaba que la tranquilizaran, igual que los demás. Siempre andaba a vueltas con su preocupación. ¿No es suficiente ya? ¿Hasta cuándo va a durar esto?
Hasta que me muera, podría haberle respondido. Podría habérselo contado todo.

Mi madre me secó las lágrimas y dijo: Tienes que ser como eres, ni más ni menos.

uizá que es la herencia. En mi familia esa herencia causa estragos. Implacable. Con los descendientes directos. Tal vez yo llevaba dentro el silencio desde siempre.»