Sam se detuvo para hablar con un hombre apoyado en la pared que bebía de una botella de cerveza. Llevaba un aro de plata en la nariz, y su melena rubia le caía por la cara. Tenía el mismo aire guay de David, con unos jeans negros y una camiseta desgastada. Desde luego, la gente de dinero es para darle de comer aparte.