Incluso la depresión tiene sus ventajas. Recientes investigaciones sugieren que el desaliento nos ayuda a pensar mejor, y contribuye a una mayor atención y capacidad de resolver problemas. En un ingenioso experimento, Joe Forgas[7], profesor de psicología de la Universidad de Nueva Gales del Sur, colocó diversos objetos, como soldaditos de juguete, animales de plástico y coches en miniatura, junto al mostrador de la caja de una pequeña papelería en Sidney. A medida que salían los clientes, Forgas comprobaba su memoria pidiéndoles que recordaran la mayor cantidad de artículos que pudieran. Pero había un truco. Algunos días el tiempo era lluvioso, y Forgas difundía el Réquiem de Verdi por los altavoces de la tienda. Otros días hacía sol, y los clientes oían Gilbert y Sullivan a todo volumen.
El resultado no pudo estar más claro. Los clientes que estaban de «humor melancólico» recordaban casi cuatro veces más objetos que los otros. La lluvia les ponía tristes, y su tristeza les hacía prestar más atención.