Las cosas empiezan a resultar extrañas al saber que los agujeros negros no son realmente negros. Utilizando la mecánica cuántica, Stephen Hawking mostró que los agujeros negros tienen una temperatura definida, relacionada con su gravedad de superficie. De hecho, hay un campo entero de estudio, conocido como termodinámica de los agujeros negros, donde las propiedades geométricas de los agujeros negros se ponen en correspondencia precisa con las propiedades que nos resultan familiares del estudio del calor: temperatura, energía y entropía.