Parece intencional, como si seo opusiera lo natural a lo social
Casi como una revelación se cierne el final del capítulo uno, con su jocosa descripción del paisaje del río, evoca ternura, evoca espanto el Apurímac mayu.
Me pareció que contrasta con lo que dijo el padre en el primer capítulo, de que la iglesia, los edificos son españoles, que la tierra no. Aquí hasta la tierra es ajena. Abancay