—No seas idiota —me contesta, resoplando disgustado—. Un emperador no es una isla. Hacen falta miles de personas para dirigir el Imperio. Los gobernadores de la ciudad te informarán a ti, pero intentarán confundirte y manipularte siempre que puedan, así que necesitarás una red de espías para mantenerlos a raya. La resistencia académica, las incursiones en la frontera y las tribus más problemáticas, al enterarse del cambio de dinastía, aprovecharán la oportunidad para sembrar el caos. Vas a necesitar el pleno apoyo de los militares para acallar cualquier intento de rebelión. En pocas palabras, necesitas a estos hombres como consejeros, ministros, diplomáticos, generales, jefes de espionaje…