Adolf Hitler

Edición: noviembre de 2023

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© 2023 Nueva Editorial Iztaccíhuatl, S.A. de C.V.

Fuente de Pirámides No. 1, Int. 501-B,

Lomas de Tecamachalco, Naucalpan de Juárez,

C.P. 53950, Estado de México

Coordinador editorial: Arturo Romero Santeliz

Diseño de portada: Rivka Antonio Salgado

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Tercer Reich, habrá de convenir en que Hitler fue dueño de la verdad de su causa al impulsar un vigoroso movimiento de exaltación nacional llamado a aniquilar el marxismo que estaba devorando el alma popular de Alemania.

El arte de leer y estudiar consiste en recordar lo esencial y olvidar lo que no es esencial.

Estos dos peligros eran el marxismo y el judaísmo.

Todo era menospreciado: la nación, porque la tomaban como una invención de la clase «capitalista» (¡cuán a menudo tuve que escuchar esa frase!); la Patria porque la entendían como un instrumento en las manos de los burgueses para explotar a las masas obreras; la autoridad de la ley, porque era el medio por el que controlaban al proletariado; religión, porque era un medio para dopar a las personas y, así, explotarlas más adelante; moralidad, porque la tomaban como una insignia de una docilidad estúpida y de rebaño. No había nada que ellos no arrastraran por el barro.

La propaganda de los periódicos estaba pensada para las masas.

las masas de gente prefieren al líder que al suplicante y se llenan de un sentido más fuerte de seguridad mental por una enseñanza que no soporta a ningún rival antes que por una enseñanza que les ofrece una decisión liberal.

«Si no se convierte en nuestro camarada, entonces le romperemos el cráneo».

El conocimiento de los judíos es la única clave por la cual uno puede entender la naturaleza interna y, por lo tanto, los verdaderos objetivos de la socialdemocracia.

El hombre que ha llegado a conocer a esta raza ha tenido éxito en remover de sus ojos un velo a través del cual ha visto los propósitos y el significado de este partido bajo una luz falsa. Y luego, de las tinieblas y la niebla del discurso social, se alza la figura ceñuda del marxismo.

A medida que mis sondeos se hacían más profundos, más decrecía mi respeto por la prensa que había admirado anteriormente. Su estilo se volvió aún más repelente y me vi forzado a rechazar sus ideas como algo completamente vacío y superficial. Afirmar que su actitud era imparcial en la presentación de los hechos y las opiniones era algo que, en mi opinión, contenía más falsedades que verdades. Los escritores eran… judíos.