En la crítica siempre ha estado presente la idea de la melancolía como marca identitaria del ser mexicano y, consecuentemente, de su literatura. Así, por ejemplo, lo afirma en 1917 Luis G. Urbina:
Y es de notar que si algo nos distingue principalmente de la literatura matriz [la española], es lo que, sin saberlo y sin quererlo, hemos puesto de indígena en nuestro verso, en nuestra prosa, en nuestra voz, en nuestra casa, en nuestra música: la melancolía.11