Me niego a ser un peón en los planes de Neilina –murmura Zander, apretando los dientes–. No seré un rey hechizado.
–No quiero que lo seas –respondo yo. Ojalá sea capaz de notar sinceridad en mi voz.
–Y, sin embargo, cada vez que te miro, la atracción es más fuerte, más difícil de ignorar –clava sus pupilas en las mías–. Tú me haces pensar que es posible conseguir lo que quiero para Islor. ¿Soy un necio al creerlo? ¿También eso forma parte del plan de Aoife?
–No lo sé.