Pero lo más importante es que, aun cuando nunca pudiéramos llegar a entenderlos todos, nada puede alterar la premisa de que, por muy improbable que sea aquello que estás intentando explicar, postular un dios creador no te servirá de mucho, puesto que esa deidad necesitaría exactamente la misma clase de explicación». Por más difícil que sea explicar el origen de la simplicidad, el surgimiento espontáneo de la complejidad es, por definición, menos plausible. Y una inteligencia creativa capaz de diseñar un universo sería sumamente improbable, y requeriría con urgencia una explicación privativa. Tanto da que la respuesta naturalista al enigma de la existencia sea muy improbable, la alternativa teísta lo es aún más. Pero hace falta que la razón dé un salto valiente para aceptar la conclusión.