La gente pretenciosa, decía, no le interesaba; la gente que se daba aires delante de los otros, interrumpía para hablar de sí misma, explicaba cómo funcionaba todo, los jactanciosos, los que solo abrían la boca cuando estaban totalmente seguros de algo, los que se esforzaban por parecer inteligentes, los que adoptaban las opiniones ajenas, los que hablaban a humo de pajas, los aduladores, los que se mostraban de acuerdo aunque no lo estuvieran.