Casi cualquier encuentro humano importante se reduce al acto, y al arte, de pedir.
Pedir es por sí mismo el componente básico de toda relación. Continuamente y en general de forma indirecta, frecuentemente sin palabras, nos pedimos cosas unos a los otros –a nuestros jefes, nuestros cónyuges, nuestros amigos, nuestros empleados– con el objetivo de construir y mantener nuestras relaciones.