Al no recopilar datos sobre las mujeres y sus vidas, continuamos normalizando la discriminación sexual y de género al mismo tiempo que, por alguna razón, no la vemos. O realmente no la vemos porque la normalizamos: es demasiado evidente, demasiado común, demasiado prosaica para molestarnos en hacer comentarios. Es la ironía de ser mujer: hipervisible cuando se la trata como la clase sexual subordinada, e invisible cuando cuenta, cuando se trata de que cuente