Sayaka Murata

Entonces sentí por primera vez que formaba parte del mundo, como si acabara de nacer. Aquel día había surgido una nueva pieza que encajaba con total normalidad entre las demás: yo.

gente se cree con derecho a escarbar en aquello que considera raro hasta dar con una explicación. A mí me molestaba su insistencia, me resultaba fastidiosa e impertinente

Un cuerpo maltrecho es «inútil» para el trabajo físico. Por muy responsable y aplicada que fuera, puede que yo también me convirtiera en un trasto inútil para la tienda cuando mi cuerpo envejeciera.

Tu configuración actual cambia en cada momento según la gente que te rodea.

Cada vez me costaba más entender qué era el «mundo». Incluso tenía la sensación de que era un concepto imaginario.

Yo había cumplido treinta y seis años y ya llevaba dieciocho trabajando allí.

La tienda disponía de un manual impecable y me desenvolvía muy bien como dependienta, pero no tenía ni idea de cómo ser una persona normal en un lugar sin manual de instrucciones.

Miré el pequeño cuchillo que había utilizado para cortar la tarta: si de lo que se trataba era de tranquilizarlo, no sería tan difícil.

—Huy, perdona. Nunca he tenido animales en casa, y esto es como tener una mascota.

—Me he dado cuenta. Antes que humana, soy dependienta. Aunque como humana sea defectuosa, aunque pueda morir de hambre si no tengo dinero para comer, no puedo evitarlo: todas las células de mi cuerpo existen para la tienda.