Nikki St. Crowe

En la luz, te trataré como una reina, pero en la oscuridad, serás mi puta.

Las historias estaban mal contadas: Garfio nunca fue el villano.

A todas las chicas que han tenido que crecer duro y rápido.

Se oye el sonido de un encendedor que se abre con un clic, y luego el áspero giro de la rueda metálica. La llama se enciende y le ilumina la cara mientras quema la punta de un cigarrillo.

Tatuajes oscuros cubren sus manos.

Prometemos que no morderemos —dice Kas.

—Al menos, todavía no —añade Bash.

Tiene que saber... que aquí no hay caballeros blancos.

No suelo ser territorial. Normalmente no me preocupo lo suficiente como para molestarme. Pero cada centímetro de su pálida piel es un territorio que quiero conquistar y hacer mío.

La idea de que alguien más le ponga la mano encima me da ganas de romperle los huesos.

Quizá por eso, cuando está en mis brazos, siento que he vuelto a casa.