Muchos de los relatos sólo pueden tender a excitar las ideas peor calculadas para un pecho femenino. Todo es designado clara y rotundamente por su nombre, y los anales de un burdel no podrían proporcionar mayor selección de expresiones indecentes. Sin embargo, es el libro cuyo estudio se recomienda a las jóvenes; el que se pone en manos de los niños, capaces de comprender poco más que los pasajes que sería mejor que ignorasen, y que demasiado a menudo inculca los primeros rudimentos del vicio, y hace la primera llamada a las pasiones aún dormidas.