Chloe Walsh

—No seas cascarrabias —le regañé, pellizcándole un pezón.

—Hazlo de nuevo —dijo seductoramente—. Más abajo

Una sonrisa auténtica y una personalidad agradable son más que suficientes.

Y pensar que Dios sustituyó a los dinosaurios por el hombre.

Todo —susurró, mirándome a los ojos—. Sobre todo las partes rotas.

No vuelvas. —Sacudió la cabeza—. Salva a mis hijos.

Mejor no dejes el rugby —se rio Tadhg desde el asiento trasero

—. Se te da fatal rapear, tío.

Entonces tendremos varios —anunció—. Yo me dedicaré al rugby y tú serás veterinaria, y luego sentaremos cabeza y haremos algunos bebés. —Sonrió—. Buen discurso.

—Por supuesto —balbuceó—. Eres tan inteligente, nena, con tu ciencia y cómo tratas a todos los animales. Mi perra te adora. Brian te adora. Mi polla te adora. Joder, serás la veterinaria más sexy que he visto en mi vida.

Oye, rubia —gritó Tadhg desde el pasillo, lo que hizo que todos nos giráramos para mirarlo—. Bonitas piernas. —Volviéndose hacia Gibsie, sonrió con picardía—. Más vale que te espabiles, colega.

Estaba tan impresionado por la vista de esta pequeña niña cubierta de barro que solo asentí como un jodido imbécil.

Jesucristo, ¿quién era esta chica?