Una mañana húmeda de septiembre de 1964, mi madre me puso junto a Robert Smith. Un autobús llevaba a los chicos que vivían en las afueras a la escuela St. Francis of Assisi, en Crawley. Era el primer día de clase, Robert y yo estábamos en la parada de Hevers Avenue con nuestras madres y ahí nos conocimos. Teníamos cinco años