Con el paso del tiempo, hemos elegido darle una mayor importancia a nuestra dimensión mental, hemos usado su energía para crear el ego creyendo que nos sería útil y, después, le hemos dejado tomar el control de nuestro poder. Por desgracia, hemos terminado por olvidar que el único poder real es el del ser divino que nos habita –nuestra luz, nuestra gran sabiduría.