Meryem El Mehdati

En ocasiones no recuerdo haber cogido el móvil, solo sé que han pasado dos horas de mi vida que he perdido en fotos en Instagram de personas que ni siquiera conozco

Soy consciente de lo que pasa. Restalla en mí como un latigazo en la cara la necesidad de dejar todo atrás, de abandonarlo y centrarme en mi vida real, la vida que puedo tocar con las yemas de los dedos, las personas que me rodean. Me digo: «Se acabó». Borro mis cuentas de todas partes, desaparezco sin decir nada, adiós Instagram, adiós Twitter, adiós Messenger de Facebook. Aguanto un día, dos, tres si me esfuerzo. Luego me gotea por la espalda el miedo de estar perdiéndome algo. No sé qué en concreto. La Conversación. Miedo a no estar enterándome de lo que pasa en el mundo. Las vuelvo a abrir... Es un círculo infernal.

hay temita de reguetón que no te sepas de pé a pá —continúa—. No me parece que ninguna de esas canciones sea especialmente feminista.

Además, enfadada todo el tiempo no estoy. Mi cabreo es un ruido de fondo, un grifo en la parte posterior de mi cabeza que gotea y gotea muy flojito y que no sé cómo arreglar. El trajín del día a día se impone al sonido del agua haciendo tap, tap, tap. Solo lo oigo cuando no puedo dormir.

De vez en cuando no tengo del todo claro quién soy en realidad, eso que doblo, ajusto y modifico todos los días antes de entrar al trabajo o yo.

Hay una parte de mí que comprende que los seres humanos nos imitamos entre nosotros para no parecer unos auténticos psicópatas porque la personalidad se suele castigar, sobre todo si eres una mujer

A pesar de todo yo sí creo en el amor. Siempre suspiro cuando termino de ver Orgullo y Prejuicio (2005) por millonésima vez. ¿Qué mujer no quiere un hombre que la infravalore y la trate con arrogancia solo para caer rendido a sus pies al descubrir que ella lo desprecia el doble? Un enemies to friends to lovers de manual.

No, nadie puede concentrarse así, pero uno se acostumbra. Uno no hace lo que puede con lo que tiene. Uno se pone tapones para los oídos o auriculares y lee lo que tenga que leer o redacta su informe o hace sus llamadas y bloquea el ruido o finge que lo lleva bien.

no soy solo una persona. Ahora soy una persona con un trabajo. Una trabajadora.

En 2013 yo era una persona con sueños y proyectos, pero ya no.