—Sin embargo, me duele. Me duele porque tengo miedo de amarte. Temo que me dejes, temo volver a estar solo. Será cien veces peor porque sabré lo que me falta. No puedo… —Tomó aire de forma entrecortada—. Quiero ser capaz de amarte más de lo que temo perderte, y no sé cómo. Enséñame, Bree. Por favor, enséñame. No dejes que esto me destruya. —Me miró suplicante, con el dolor grabado en cada rasgo.