La proliferación de optimismo confirma las premisas del pesimismo de Thacker. La preocupación por no caer en las garras de lo absurdo de la existencia va más allá de los asuntos pesimistas. La diferencia es que mientras los optimistas operan en la superficie del problema, los pesimistas tienen una respuesta netamente existencial al hundirse en el problema. La salida del laberinto es por abajo.