Si extrapolamos sutilmente los argumentos de Brown, podemos hipotetizar que lo que mantuvo unida la bizarra síntesis de neoconservadurismo y neoliberalismo no fue otra cosa que el espantapájaros con el que peleaban ambos, su común objeto de abominación por decirlo así: el llamado «Nanny State»[21] y sus servicios adjuntos. Pero el neoliberalismo, aunque presume de una retórica anti-Estado, en la práctica no se opone al Estado de por sí, como lo demuestran los salvatajes bancarios de 2008, sino a un empleo particular de los fondos públicos. Al mismo tiempo, el Estado fuerte del neoconservadurismo debe limitarse a las funciones militares y policiales, y definirse contra el Estado de bienestar que, con sus subsidios y beneficios, supuestamente socava el sentido de la responsabilidad en el individuo.