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MALPASO

  • JAZZCUREfez uma citaçãohá 2 anos
    El año anterior, con Michael, habíamos ido a nuestro primer concierto, acompañados por su hermana y el novio de ella. Nos llevaron al Hyde Park, a ver un concierto gratis

    DE PENSAR QUE EN HYDE PARK THE CURE CELEBRO SUS 40 AÑOS DE EXISTENCIA QUE MARAVILLA

  • mariocteranfez uma citaçãohá 2 anos
    gozosa aventura que es la vida
  • mariocteranfez uma citaçãohá 2 anos
    Andersen tuvo la valentía de escribir cuentos de hadas con un final triste.
  • Itzel Casaña Floresfez uma citaçãohá 2 anos
    La masculinidad es básicamente un constructo de sentimientos condicionados en torno a personas con pene.
  • Itzel Casaña Floresfez uma citaçãohá 2 anos
    En el mundo de la psicología se habla mucho de la técnica de «actuar como si»: si uno quiere cambiar sus sentimientos, que actúe como si estos ya hubieran cambiado y el nuevo comportamiento empezará a parecerle familiar y, con suerte, mejor.
  • JAZZCUREfez uma citaçãohá 2 anos
    Cuando la gente me pregunta cuándo empezó The Cure, suelo decir que fue ese día de 1972 en Notre Dame cuando Robert, Michael y yo —la misma alineación que grabaría nuestro primer sencillo, «Killing an Arab»— improvisamos juntos por primera vez.
  • JAZZCUREfez uma citaçãohá 2 anos
    Un día Robert me arrinconó en la biblioteca y me dijo en voz baja: «¿Te gusta Jimi Hendrix?»

    —¿Hendrix? ¡Me encanta Jimi Hendrix! ¡Tengo un póster suyo enorme en mi habitación!

    Le comenté también que era miembro de su club de fans en el Reino Unido. Los ojos de Robert brillaban en complicidad.

    —¡Yo también!

    —¿Sabes? —añadí—, apuesto lo que sea a que nadie más de la escuela lo conoce.

    —Bueno, mi hermano mayor tiene algunas cosas de Hendrix. Are You Experienced es genial —comentó Robert, entusiasmado.

    —¿En serio? Yo me compré Axis: Bold as Love por una libra en Radio Rentals.

    Con esta conversación, nuestro vínculo se solidificó.
  • JAZZCUREfez uma citaçãohá 2 anos
    Pero, para mí, The Cure había empezado mucho antes, había empezado un día sombrío y lluvioso de 1964, mientras la neblina se arremolinaba a nuestro alrededor. Empezó en el momento en que el autobús llegó a la parada de Hevers Avenue y las puertas se abrieron siseando. Ni Robert ni yo queríamos subir a ese autobús. No queríamos dejar a nuestras madres e ir a una escuela extraña en otra ciudad donde no conocíamos a nadie. Seguramente me habría puesto a llorar si no fuera porque Robert estaba ahí. Todavía hoy puedo oír la voz de mi madre animándome para que subiera. «Toma la mano de Robert y cuidaros el uno al otro.»

    Robert me tomó de la mano y me condujo hacia el interior del autobús. Fue el primero de muchos viajes que hemos hecho juntos. Aunque sólo sea en mi imaginación, seguimos siendo esos niños.
  • JAZZCUREfez uma citaçãohá 2 anos
    Me llevé mi camisa de satín púrpura, tan querida, que me había comprado en Withword’s, una pequeña tienda que había al final de mi calle. Me encantaba visitar al señor Withword: siempre me revelaba algún secreto que sólo los sastres conocían.

    «Los hombres con piernas cortas deberían vestir pantalones Oxford anchos para resaltar», es una de las frases que nunca olvidaré.

    La campanita de la puerta sonó cuando crucé la entrada de la puerta de la tienda húmeda.

    —Ah, señorito Tolhurst, ¿en qué puedo ayudarle?

    —He visto la camisa púrpura del escaparate —respondí.

    El motivo real por el que había entrado en la tienda era para ver las dos únicas prendas que me gustaban de la sección de hombres, por lo general, libres de color. Esas prendas solían ser bastante baratas, lo suficientemente baratas para que algún joven con pocos ingresos pudiera comprar. En otras palabras, alguien como yo.

    —Ah, sí, la que tiene ese cuello tan «moderno». —Parecía que le dolían los labios cuando decía esa palabra.

    —Sí, esa es, la que tiene el cuello de pico.

    Se fue para el escaparate y me la acercó.

    La etiqueta señalaba que costaba cinco libras, mucho más de lo que me podía permitir. Vio cómo se me apagaba la expresión del rostro cuando supe el precio.

    —¿Cuánto dinero tiene, señorito Tolhurst?

    —Una libra —dije esperanzado.

    El señor Whitworth me miró por encima de sus lentes y jugó con la cinta métrica que perpetuamente le colgaba de la cabeza.

    —Está bien, se la dejo por una libra, pero no se lo diga a nadie; de lo contrario, todo el mundo querrá que le haga un descuento. ¿Puede prometérmelo?

    —Sí, señor, claro. ¡Muchísimas gracias, señor Whitworth!

    Me fui a casa tomando con todas mis fuerzas la camisa, dando gracias a la generosidad del sastre.
  • JAZZCUREfez uma citaçãohá 2 anos
    Cuando el asesor de estudios del St. Wilfrid, nuestra escuela, le preguntó qué quería ser de mayor, Robert tuvo la desfachatez de contestar «una estrella de pop».
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