Transformándonos en lo que creemos que el otro quiere, en lugar de concentrarnos en lo que nosotras realmente queremos. En lugar de ver que esa persona nos está haciendo sufrir consecuentemente, nos preocupamos por gustarle, por romper ese hechizo que hace que no te ame. Las personas que valen la pena quieren estar con quienes valoran su tiempo, su espacio y su vida. Quieren pares, no sirvientas, ni secretarias, ni masajistas y mucho menos Barbies. No sirve de nada hacerse la que “todo bien si no me das bola, yo voy a estar acá esperándote a pesar de todo”, porque haciendo eso nos ponemos en el lugar de tacho de basura: