Laia Soler

—Cuando vi cómo sostenías el libro de Peter Pan –dice, volviéndose hacia la estantería–, me di cuenta de que tenías algo que nunca había visto en nadie. Ingenuidad, inocencia, no lo sé. El modo en que acariciaste su lomo y el brillo en tus ojos… Me cautivaste.

Nadie puede hacerte feliz. La felicidad es un sentimiento propio que nace de uno mismo

Que te quiera no significa que quiera estar a tu lado.

tengo derecho a elegir.

Lo que no sé es si tengo el valor suficiente.

Cada vez que me dices que no me quieres, un hada muere

necesito una respuesta. No puedo esperarte siempre. Necesito oírlo de tus labios, no sólo leerlo en tus ojos.

—¡Joder, Marina! —Se quita el sombrero para revolverse el pelo con gesto nervioso–. ¿Por qué lo haces todo tan difícil?

—La vida no es precisamente un camino de pétalos de rosas, Víctor.

—Nadie ha dicho que lo sea. Pero nada irá mejor si nos quedamos parados por miedo a pisar una espina. ¿Es que no lo ves? Nada irá mejor.

—Ni peor.

—Eres una egoísta —farfulla el chico, hastiado.

—No es cierto.

—Sí lo es. Te ofrezco todo lo que tengo y no recibo ni siquiera una respuesta. Ni siquiera una negativa compasiva. Nada. Te quedas plantada, esperando quién sabe qué, callada.

«Si tienes amor, no necesitas nada más; y si no lo tienes, no importa demasiado qué más tengas».

Prefiero una vida complicada a tu lado, sea donde sea y sea cuando sea, que renunciar a ti. Para mí, esto es lo correcto. Estar juntos.

I saw a girl in my dreams

And so it seems

That I will love her