La predicación evangélica se ha caracterizado en gran parte por un docetismo funcional en su cristología (como también básicamente por un deísmo en su doctrina de Dios, un dualismo en su concepto del hombre y un legalismo en su ética). Aunque el Cristo ‘celeste’ y ‘espiritual’ ha sido real y personal para los creyentes, no lo ha sido Jesús de Nazaret, en toda su humanidad e historicidad.